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Los docentes del ejército de todo el país señalaron que se les indicó que no abordaran temas como la homofobia, el racismo y el género

Reportagem
21 de outubro de 2020
12:14
Este artigo tem mais de 4 ano
Idioma Español

En febrero de 2019, el entonces comandante del Colegio Militar de Porto Alegre, en el sur de Brasil, reunió a unos 200 empleados en un auditorio escolar para dar un anuncio: desde ese momento, algunos temas quedaban prohibidos en el aula. Entre los temas vetados, el coronel citó explícitamente las palabras homofobia y racismo.

“Trató de minimizar su injerencia y dijo que era una orden superior de la DEPA (Dirección de Educación Preparatoria y Asistencial, Departamento de Ejército). Pero, en tono amenazante dijo que, cualquiera que intentara contravenir estas normas, podría sufrir las consecuencias”, relata el profesor Rafael*, quien pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias, al igual que la mayoría de sus compañeros que hablaron para el reportaje de Agência Pública.

El profesor, que ha trabajado en el sistema de colegios militares durante más de diez años, dice que ya había recibido instrucciones por escrito para modificar las pruebas con temas políticos “para evitar la propaganda partidista”. Pero el educador se asombró de que hicieran una visita para divulgar normas que hasta ese momento estaban implícitas. La situación anormal hizo que los profesores enviaran una carta de rechazo al comandante dos semanas después de dicho episodio.

“Las cosas se han vuelto más evidentes, como, por ejemplo, tener una reunión con todos los profesionales de la enseñanza para decir algo que siempre se ha practicado de forma disimulada. Esto me pareció una posición de ataque más explícita. En el pasado, la persecución era más individual”, analiza el profesor.

El relato de Rafael se suma a una decena de entrevistas más que Agência Pública ha hecho a los profesores civiles del sistema de escuelas militares en las capitales Recife, Río de Janeiro, Distrito Federal y Porto Alegre. Los educadores denunciaron “censura” e “interferencia en el contenido” de las aulas de las 14 instituciones educativas administradas por el ejército, y vistas como un modelo de enseñanza por el presidente brasileño Jair Bolsonaro. 

Los colegios militares forman parte del Departamento de Educación y Cultura del Ejército (DECEX), pero no se preparan para una carrera militar. Son escuelas convencionales que van desde el sexto hasta el último año de educación básica. La mayoría de los estudiantes dependen de los militares, quienes sufren los reflejos de las obligaciones profesionales de sus padres debido a las peculiaridades de sus carreras. El resto de las vacantes se abren al público a través de concursos. El primer colegio militar se fundó en Río de Janeiro en 1889. El más reciente, ubicado en São Paulo, se inauguró este año.

La prohibición de abordar el feminismo y el género, citar programas de gobiernos anteriores, debatir la existencia del racismo en Brasil o hacer analogías con debates recientes en las noticias fueron algunos de los episodios que relataron los docentes al mencionar el aumento del conservadurismo y la influencia de los discursos del movimiento Escola Sem Partido en la administración de los colegios militares que se mantienen con el presupuesto del Ministerio de Defensa. El movimiento Escola Sem Partido defiende el final de lo que llama “adoctrinamiento ideológico” en las escuelas y censura los debates con temas como la igualdad de género en las aulas.

Además, los profesionales denunciaron presión y hostigamiento hacia los docentes que cuestionaban los planes de regresar a las clases presenciales, luego de seis meses de enseñanza remota por la cuarentena en ciudades que aún tienen un alto número de casos de COVID-19. 

El profesor Antonio Araujo Jr. ha sido profesor de Biología en el Colegio Militar de Brasilia desde 2015. Dice que el proyecto pedagógico de la escuela “siempre ha simpatizado con las Fuerzas Armadas”, en especial en las áreas académicas como Historia o Portugués, pero señala que ha aumentado la interferencia en el contenido enseñado, incluso han llegado a las áreas de Cálculo y Biología. 

“Pensé que tenía libertad por ser profesor en un área técnica. Tenía esa idea positivista de que la ciencia es neutral. Mis clases de sexo, reproducción y sexualidad no eran controladas”, señala el profesor. “La postura negacionista y anticientífica se limitaba a algunas materias en las áreas de humanidades”. 

Los docentes entrevistados dijeron que deben entregar las pruebas que se aplicarán a los estudiantes con al menos un mes de anticipación para ser analizadas.

La primera vez que Antonio vio una interferencia ideológica en una prueba que no pertenecía a las humanidades fue a mediados de 2016, cuando el comando escolar envió un equipo para volver a diseñar una evaluación de Química porque un problema contenía la fórmula de la cocaína. “Dijeron que esto podría ser entendido por los padres como un incentivo para consumir drogas o incluso para producirlas”, recuerda. “En ese momento, nos reímos porque era como si el comandante solo hubiera entendido ‘fórmula’ como una ‘receta’ para preparar algo. Pero no nos dimos cuenta de que ya había una especie de articulación con el principio ideológico del movimiento Escola Sem Partido, que ya empezaba a tomar fuerza”.

Los casos, según el profesor, ya no son puntuales. Recuerda un tema de Biología en el que contextualizó procesos hormonales en el cuerpo humano, como la estimulación del sistema nervioso que hace que el corazón lata más rápido cuando sientes atracción y el aumento de hormonas durante el embarazo. La prueba, entregada al colegio para su aprobación, fue vetada. “El comando dijo que podría dar la impresión de que estamos enseñando a los estudiantes a enamorarse. Y la escuela estaba en contra de las citas en la adolescencia”.

El presidente Jair Bolsonaro durante la celebración del aniversario de la creación del Colegio Militar de Brasilia

Vitrina conservadora

Durante las elecciones de 2018, Jair Bolsonaro, aún candidato a la presidencia, en su plan de gobierno prometió crear colegios militares en todas las capitales brasileñas en dos años. La valoración del profesor Araujo es que, a partir de ese año, el colegio militar de Brasilia se convirtió en la vitrina de una enseñanza ultraconservadora. “Por lo tanto, la escuela no podría tener características progresivas. Cualquier actividad, clase, documento, prueba tenía que estar libre de cualquier cosa que se confunda con progresismo”.

Entre las actividades que se eliminaron en el último año encontramos que la escuela dejó de participar en las Olimpiadas Nacionales de Historia de Brasil en la Universidad Estatal de Campinas (UNICAMP), competencia que premia a escuelas públicas y privadas de todo el país. Ese año, el concurso tuvo como tema un homenaje a los “Excluidos de la Historia”.

Este anuncio fue recibido con sorpresa por colegas y estudiantes, recuerda otro profesor, Reinaldo*, quien enseña historia en el Colegio Militar de Río de Janeiro. El profesor dice que algunos temas están “absolutamente prohibidos” en su asignatura. “No se puede hablar del ‘golpe de 1964’ (que estableció la dictadura militar en Brasil que duró hasta 1985), sino de la ‘revolución de 1964’. No se puede hablar de tortura y cosas así”, eventos que nombra como ejemplos. “Siempre, en las escuelas militares, hubo presión sobre el contenido y las formas de trabajar. Esta es una constante. Siempre tenemos mucho control sobre nuestro trabajo”.

Marcia*, colega de Reinaldo que enseña Portugués, dice que la posibilidad de trabajar con libros de literatura de autores contemporáneos se ha vuelto aún más limitada. A partir del año pasado, la escuela adoptó una lista de libros permitidos, la mayoría de ellos clásicos. “Ya hemos solicitado otros autores, pero la respuesta de la dirección es que no se justifica la inclusión de ningún otro libro en esa lista. Entonces, si aparece un nuevo libro en este momento, no podremos trabajar con él”.

Según ella, los temas que aparecieron en el Examen Nacional de Bachillerato (ENEM), que evalúa el desempeño académico de los estudiantes al finalizar la educación básica y da acceso a la educación superior, como la intolerancia religiosa en 2016, y la violencia contra la mujer en 2015, no son bienvenidos. “A ENEM ya lo habían etiquetado de comunista”, dice la profesora. “Me siento terrible. Es una censura que, aunque tomes todas las precauciones, resulta muy agotadora. Por supuesto, sé que tenemos una legislación que dice que los militares no deben tomar partido político. Como estamos dentro de una institución militar, siempre hemos respetado eso. Pero ellos confunden mucho la política. Por ejemplo, dependiendo de cómo vayas a hablar del hambre, el tema estará limitado. Y este es un tema político, aunque no tiene nada que ver con los partidistas. El hambre siempre ha existido en Brasil. Pero todo lo que puedan leer como crítica hacia el gobierno actual será prohibido”.

En junio de este año, un profesor de Geografía del Colegio Militar de Brasilia fue despedido después de haber criticado, durante una clase en una plataforma virtual, el papel de la Policía Militar en una manifestación prodemocrática que tuvo lugar en São Paulo en mayo. El profesor de 9.º grado dijo a los alumnos que la acción policial “era muestra de un fascismo que ya no queremos en el mundo”.

Solicitada por Pública, el consejo de DECEX informó que el Sistema de Colegios Militares de Brasil (SCMB) utiliza los libros del Programa Nacional de Libros de Texto (PNLD) y otros previstos en los Estándares de Planificación y Gestión Escolar (NPGE).

Sin embargo, la agencia no respondió preguntas sobre si existe una directriz para los docentes sobre temas que no se pueden tratar en el aula. “Si las Escuelas Militares se destacan en el escenario educativo brasileño, es por el conjunto que forman las tradiciones y valores amalgamados por su institución sustentadora, el ejército brasileño, entre los que se destacan la FIDELIDAD, el RESPETO, la DISCIPLINA y el ORDEN, así como por la competencia efectiva de nuestros profesores en el aula, que realmente entienden el Proyecto Pedagógico SCMB”, dice la nota, con mayúsculas del propio consejo.

Los profesores de las escuelas militares señalan la interferencia ideológica en el plan de estudios disciplinarios

El plan de campaña de Bolsonaro para crear escuelas militares en todas las capitales ya era considerado por los expertos en educación como una “promesa imposible”, pues implicaba una estructura costosa y tiene un público restringido, recuerda la investigadora Catarina de Almeida Santos, profesora de la Universidad de Brasilia (UnB) y coordinadora en el Distrito Federal de la Campaña Nacional por el Derecho a la Educación.

Sin cumplir la promesa de campaña, el gobierno federal apuesta por otra salida: la militarización de las escuelas públicas existentes. En 2019, el Ministerio de Educación (MEC) lanzó el Programa Nacional de Escuelas Cívico-Militares, que funciona a través de adhesiones municipales. La meta del gobierno federal es que 216 escuelas funcionen con este modelo al final de la administración de Bolsonaro.

*Los nombres se cambiaron a petición de los encuestados.

Carolina Antunes/PR

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