“Siguen muriendo”, dice a Agência Pública un funcionario del gobierno federal en Roraima (RR) que está involucrado en la emergencia sanitaria en la Tierra Indígena Yanomami, quien pidió no publicar su nombre.
La emergencia fue declarada por el Ministerio de Salud hace poco más de un mes, el 20 de enero pasado, a raíz de los crímenes cometidos contra los yanomamis durante el gobierno de Jair Bolsonaro, y, con el recrudecimiento de la invasión de 20.000 garimpeiros (mineros ilegales), esta Emergencia Sanitaria de Salud Pública de Importancia Nacional (ESPIN) está lejos de resolverse.
“Sí, sigue habiendo muertes. Hoy trajimos cuatro cuerpos de indígenas que murieron ayer [lunes 20] en el Hospital General [de Boa Vista]. Ayudé a dar la información a las comunidades. La crisis no ha terminado, no. Ni siquiera ha llegado la salud, la asistencia no ha llegado a las comunidades. [Los profesionales de la salud] están impedidos de hacer misiones porque todavía hay muchos mineros de oro en muchas zonas”, dice Júnior Hekurari, presidente de Condisi (Consejo Indígena de Salud), quien estuvo ayer en la comunidad de Surucucu participando en la atención a los indígenas. En los últimos tres años, durante el gobierno de Bolsonaro, Hekurai ha realizado numerosas denuncias sobre el genocidio en curso en tierra yanomami.
La malaria sigue siendo rampante en el territorio, dice el líder indígena Júlio Ye’kwana, presidente de la Asociación Wanasseduume Ye’kwana, a través de un mensaje de WhatsApp. “Estamos aquí en Auaris, la situación está empeorando. Muy pocos profesionales de la salud. Estas personas no dan cuenta de una población de casi 4.000 personas en la región. Es muy repugnante. Mucho sufrimiento, estos profesionales trabajan mucho. Ya lo hemos dicho varias veces en otras administraciones yanomamis, pero tenemos que repetirlo”.
Según Júlio, desde finales de diciembre de 2022 hasta el pasado 9 de febrero, un total de 650 indígenas fueron afectados por la enfermedad, lo que significa más de 100 casos por semana. La falta de medicamentos es un problema grave. “No tenemos medicamentos básicos, como la dipirona. La última vez traje yo mismo un medicamento para la conjuntivitis. Compré un colirio en la farmacia [en Boa Vista]. La gente de aquí me persiguió para que pudiera aplicar gotas en los ojos de los niños. Aquí en el puesto Ye’kwana no existe tal remedio. Son remedios sencillos que aquí no se consiguen”, explica.
Dário Yanomami, hijo del líder indígena Davi Kopenawa, confirmó que es muy probable que muchos yanomami permanezcan sin asistencia médica dentro de la tierra indígena, donde viven 31.000 indígenas en 376 comunidades mapeadas. “Ciertamente hay [indígenas esperando ser atendidos]. Porque hoy en Tierra Yanomami, otras comunidades como Homoxi, Haximu o Xitei están cerradas por falta de asistencia. No hay medicina, no hay profesionales, no hay una buena estructura para que los profesionales se queden. Este es un defecto muy grande”.
Dário explica que las comunidades cerradas “son las zonas de garimpo”, donde la salud no puede entrar por la presencia de garimpeiros armados. “Amenazas, señuelos, intercambio de oro, por eso cerraron [las comunidades]. La salud no ha llegado a estas regiones, hace casi tres años que Homoxi cerró ”, dice Dário, quien mencionó que una comunidad, Aracaçá, está “desde hace 30 años” sin atención médica; entonces había 50 indígenas y hoy solo hay 15″.
Elayne Rodrigues Maciel, coordinadora del FPEYY (Frente de Protección Etnoambiental Yanomami y Yekwana) de la Funai (Fundación Nacional del Indio), confirmó a Agência Pública en Boa Vista que hay muchos sectores de la tierra indígena donde aún no llega la ayuda aérea, que hay comunidades “tomadas por la minería aurífera”, como Homoxi, con más de 200 mineros, y que hay comunidades de difícil acceso en la selva.
“Los yanomami tienen esa característica de dividirse mucho, es parte de la cultura, crean comunidades unas más alejadas que otras, a veces sin comunicación con los equipos de salud. Hacen esto para escapar de la minería, para obtener agua más limpia. No pudimos mapear todos estos puntos. Bajamos y preguntamos ‘¿dónde hay una comunidad?’ pero se tarda dos o tres días a pie en llegar. Son lugares que no tienen autorización para aterrizar la aeronave, para entregar una canasta básica de alimentos, recibir un equipo de salud. […] Realmente hay lugares a los que es muy difícil acceder”., dice Rodrigues.
En este escenario, las muertes pueden estar ocurriendo sin ningún conocimiento o control por parte de las agencias de salud. Maciel dice que una de las medidas es abrir un claro cerca de cada comunidad para que bajen los helicópteros y, a partir de ahí, los equipos de salud tengan una idea más clara del problema. A falta de claros, los equipos realizarán paseos. “Hay muchos puntos pequeños [de comunidades en la vegetación]. Mientras el equipo entrega las canastas básicas de alimentos, toman fotografías de estas casitas. Entonces, a veces solo hay una casita en medio de la selva, cuatro casitas en medio de la selva. Es difícil dimensionar la población”, dice Maciel.
Quienes han ayudado en el trabajo de mapeo son los equipos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), por su trabajo en el censo nacional en el territorio desde el año pasado. La investigación tuvo que ser interrumpida en enero por la declaración de emergencia sanitaria, pero poco a poco se ha ido retomando.
“[La ONG] los Expedicionarios de la Salud van a entrar en la zona, la Fuerza Nacional del Sistema Único de Salud está en la zona, reforzando con médicos, enfermeros. Estamos tratando de cubrir la mayor área posible. Lo que ayudará mucho es el trabajo del IBGE, porque hicieron este trabajo de preguntar: ‘¿Hay más personas viviendo cerca?’. Ellos tienen las coordenadas”, dice Maciel.
El número de muertos es incierto; Ministerio señala “abandono de gestión anterior”
La comunidad de Surucucu es un referente para la atención de la salud en la Tierra Yanomami. Los pacientes que logran llegar por sus propios medios, o que son llevados allí para buscar ayuda médica, se someten a triage. Los casos más graves son llevados por avión a Boa Vista: la Fuerza Aérea Brasileña dice que hasta ahora ha transportado a 126 pacientes. Los menos graves son atendidos en la base de la comunidad o, lo antes posible, trasladados al hospital de campaña instalado en Boa Vista. Júnior tampoco sabe el número de muertos desde la declaración de ESPIN del 20 de enero, ya que los datos están centralizados en el Ministerio de Salud, que no da a conocer este número desde esa fecha.
Un funcionario federal escuchado por Agência Pública que pidió anonimato estimó, en promedio, una muerte por día en los últimos diez días. Cierto día de febrero, dijo, murieron tres yanomami. Las muertes, dijo la fuente, han ocurrido tanto dentro como fuera de la tierra indígena, a veces durante el transporte del paciente, en avión o helicóptero, a Boa Vista. Sin embargo, la documentación de estas muertes es imposible de registrar para los periodistas de manera independiente porque el gobierno federal ha impedido que los profesionales ingresen a la Tierra Indígena Yanomami. La ausencia de nuevas imágenes de niños desnutridos en las noticias durante las últimas tres semanas puede dar la falsa impresión de que la crisis ha terminado. Pero la crisis no ha sido superada, dicen distintas fuentes; lo que pasa es que la información no está disponible.
El número de muertes registradas desde el 20 de enero tampoco es reportado por el gobierno federal en sus boletines diarios ni en su Informe Semanal sobre la crisis, publicaciones iniciadas por el Ministerio de Salud en febrero sobre la emergencia yanomami. Hasta este miércoles 22 de febrero, el Ministerio había publicado en Internet seis balances diarios y uno semanal. Sin embargo el último balance “diario” se hizo público solo hace cuatro días, pero para el día 18 de febrero. Ninguno trajo el número de muertos. Agência Pública preguntó al Ministerio de Salud el motivo de este apagón.
En una nota, el Ministerio respondió que “los registros de defunción y la recopilación de datos” en la tierra yanomami “se realizan, en su mayor parte, en medios analógicos (tarjetas de papel)”. Esto requiere, en promedio, “unos 30 días para validar y calificar los datos disponibles”. Esta situación fue heredada de la administración de Bolsonaro, según el Ministerio, y persiste en estos primeros casi dos meses del gobierno de Lula da Silva, “pese a los esfuerzos del COE [Centro de Operaciones de Emergencia] Yanomami para mejorar el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación por parte de los equipos en terreno, en vista del precario estado en que se encontraban las estructuras de la Sesai [Secretaria Especial de Salud Indígena], producto del abandono de la pasada gestión”.
Según el Ministerio de Salud, “la Sesai junto con el COE Yanomami trabaja para mejorar el acceso a los datos de defunciones en todo el territorio Yanomami”.
Sobre las cuatro muertes citadas por Júnior Hekurari, el Ministerio confirmó que una “fue causada por enfermedad renal crónica, otra por malaria y una tercera por neumonía bacteriana. La cuarta muerte está bajo investigación y calificación por parte del personal del hospital”.
“Como una forma de apoyo a las familias, el DSEI-Y [distrito de salud] traslada los cuerpos a las comunidades de origen para que los familiares puedan realizar los ritos tradicionales. De los pacientes adultos con condiciones más graves, once continúan hospitalizados en el Hospital General de Roraima, uno de ellos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)”.
La precariedad del sistema de datos de salud en la tierra yanomami citada por el Ministerio de Salud fue confirmada a Agência Pública por parte de una autoridad federal que acompañó la emergencia y que tampoco quiso ver publicado su nombre. “Lo más probable es que las muertes yanomami continúen en territorio indígena, pero no hay datos actualizados porque el sistema de recolección de estos números es deficiente. Sanidad trabaja con un retraso de meses sobre estos números”, dice.
El problema se agrava por las largas distancias y la ausencia de internet en casi todo el territorio indígena. Así, durante varios días los agentes de salud en el campo acumulan los datos en papel y solo los trasladan al sistema digital cuando logran llegar a un punto con computadora e internet. Alimentar los datos puede llevar semanas. Así, es posible que en los próximos días el Ministerio tenga datos consolidados de las muertes ocurridas desde enero.
Liderazgo advierte posible rebrote de tuberculosis
Cuando se le preguntó si la emergencia sanitaria yanomami está terminando, Júnior Hekurari advirtió: “ni siquiera ha comenzado todavía. Lo que falta es la eliminación de los garimpeiros. Es poner a los médicos, al personal de salud, a luchar de verdad. Tomar acción en las comunidades. Hoy solo está haciendo urgencias y emergencias. Recibir pacientes y enviarlos a Boa Vista. Ahora hay un helicóptero, pero faltan profesionales. Están llegando muchos pacientes [a Surucucu]. Llegan todos los días de siete a diez”.
El líder indígena dice estar muy preocupado por el resurgimiento de enfermedades que habían perdido terreno entre los yanomami antes del gobierno de Bolsonaro, como la tuberculosis. Júnior dice que recibió información sobre 15 casos de tuberculosis entre indígenas internados en Boa Vista. “En la década de 1980 había mucha tuberculosis. Cuando terminó la minería, hace veinte años, se redujo en tierra yanomami. Y cuando aumenta la minería, aumentan las enfermedades, aumenta también la tuberculosis. No sé cuántos yanomamis tienen tuberculosis. Mi preocupación es la desnutrición”, dice.
También está la violencia provocada por la presencia de garimpeiros en el territorio. Elayne Maciel, de la Funai (Fundación Nacional del Indio), dice que se ha confirmado la información de que los mineros ilegales abrieron fuego contra un grupo de yanomami a principios de febrero, matando a dos e hiriendo a otro. Según ella, parece que los garimpeiros dispararon contra los indígenas sin discusión ni conversación previas.
“Era un grupo que estaba de paso hacia su comunidad de origen. Al pasar por una pista de aterrizaje utilizada por los garimpeiros, fueron sorprendidos por ellos. Golpearon a tres indpigenas; logramos ayudar a uno y los otros dos murieron. Ellos [los indígenas] también dispararon contra los garimpeiros y le dieron a uno. Confirmamos que realmente hubo un conflicto. Hay muchos casos de conflictos entre mineros e indígenas. Hoy hay todo tipo de armas dentro del territorio, pistolas, revólveres”, dice Maciel.
Maciel dice esperar que las acciones emprendidas contra la minería aurífera por parte del gobierno (desde el 6 de febrero el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables, Funai y la Policía Federal realizan operativos en el territorio con el apoyo de la Fuerza Nacional y las Fuerzas Armadas) tengan un efecto en algún momento en el futuro cercano, lo que brindará una mejor atención médica a los yanomami y, por lo tanto, reducirá las muertes y enfermedades.
“Tenemos noticias de que a muchos garimpos ya no les está llegando comida, no les está llegando combustible. En algún momento tendrán que irse. En algunos lugares, como Homoxi, el equipo tuvo que ir allí para su retiro, la maquinaria estaba funcionando. No han dejado de extraer oro. Con el estrangulamiento de la oferta minera, la tendencia es que realmente se vayan. Me quedo allá en las montañas, al final. Ellos [Funai y la Policía Federal] van subiendo poco a poco, seguro, van a llegar”, dice Maciel.